Donación de alevinos: ¿apoyo al piscicultor o competencia al privado?

Si regalar peces solucionara algo, ¿por qué seguimos en el mismo punto?

En muchas regiones del país, especialmente en la Amazonía y zonas rurales, la piscicultura se presenta como una opción productiva para generar proteína animal, dinamizar la economía local y favorecer la seguridad alimentaria. Sin embargo, en los últimos años se ha generado una creciente controversia (que pocos son capaces de decirlo) alrededor de los programas estatales de donación de alevines. Este artículo de opinión busca analizar los impactos y las implicaciones que tienen dichas donaciones en un mercado donde también participan proveedores privados de semilla (hatcheries) y piscicultores con diferentes niveles de recursos.

alevinos de peces

Alevinos de Piaractus brachypomus

El surgimiento de las donaciones: ¿por qué el Estado interviene?

Hace alrededor de una década, la disponibilidad de alevines de calidad era un cuello de botella evidente para la piscicultura en la Amazonia peruana: pocos proveedores, escaso conocimiento técnico sobre reproducción y dificultad en el acceso a semilla en zonas alejadas, lo que elevaba el costo y el riesgo de la actividad.

En ese contexto, la intervención estatal —a través de donaciones de alevines— tenía sentido: el objetivo de incentivar la producción, especialmente para piscicultores con pocos recursos o en regiones donde el mercado era casi inexistente. A la par, se impulsaron programas de capacitación para que los propios productores aprendieran a reproducir sus peces o pudieran comprarlos a proveedores formales.

Hoy, una parte del sector privado señala que dicha justificación ha caducado: la red de hatcheries creció, el know-how se expandió y muchos piscicultores dominan la producción de alevinos. Desde esa visión, el Estado debería enfocarse en otras actividades más estratégicas y dejar el suministro de alevines en manos de quienes ya se dedican empresarialmente a ello.

laboratorio de reproducción de peces amazónicos

Laboratorio de reproducción de peces nativos en el Distrito del Manu, para llegar desde la ciudad mas cercana se toma un carro por 8 horas

Problemas de las donaciones sin seguimiento

Existen varias críticas a los programas de donación de alevines cuando se realizan sin una planificación adecuada:

  • Falta de criterio técnico y continuidad: Se distribuyen alevines sin asegurar que el beneficiario cuente con la infraestructura o la capacitación para alimentarlos y cuidarlos. Sin un seguimiento que oriente el manejo y el control sanitario, los peces pueden morir o presentar rendimientos muy bajos, diluyendo el impacto de la “ayuda”.

  • Dependencia y asistencialismo: La entrega recurrente de semillas año tras año crea la percepción de que el producto debe ser gratis, inhibiendo que el piscicultor asuma la piscicultura como un negocio. Se pierde el incentivo para invertir, optimizar costos o buscar proveedores privados. Así se desvanece la idea de “sostenibilidad” económica.

  • Beneficiarios no siempre son los de menos recursos: Suele argumentarse que la donación está enfocada a comunidades nativas o piscicultores con escasos medios. Sin embargo, en la práctica, también medianos productores terminan recibiendo esta ayuda, aprovechando su cercanía con funcionarios o la carencia de filtros en la asignación. De esta forma, se aleja del objetivo original de apoyar a quienes realmente lo necesitan.

  • Competencia desleal con los hatcheries privados: Los empresarios que han invertido capital y esfuerzo en instalar y operar un hatchery ven cómo buena parte de su posible mercado opta por los alevines donados. Esta “competencia subsidiada” mina la rentabilidad del sector privado, que podría ofrecer semillas de calidad si se mantuviera una demanda estable a precios de mercado.

Seguridad alimentaria: ¿real o pasajera?

Uno de los argumentos recurrentes para distribuir alevines es la seguridad alimentaria, la idea de que ciertas poblaciones no disponen de proteína accesible y que, con la siembra de peces, se solucionará la carencia. Esto puede tener sentido en zonas extremadamente remotas o con altos niveles de desnutrición. Sin embargo, es fundamental: garantizar el acompañamiento, de lo contrario los peces no alcanzan rendimientos adecuados y enfocarse en la sostenibilidad, es decir la seguridad alimentaria debe trascender la mera siembra inicial, se debe contar con un plan que permita a los beneficiarios reproducir sus propios peces o comprar a un proveedor (hatchery) una vez que generen ingresos.

Si la donación no se integra en un programa integral, su impacto real en la dieta de la población puede ser mínimo o meramente asistencialista.

comercialización de pescado

Producción de carne de Piaractus brachypomus para la comercialización a partir de peces que fueron donados en etapa de alevinaje.

¿Qué pasa con los hatcheries estatales?

Además de la entrega gratuita, existen instituciones del Estado que venden alevines a precios más bajos que los hatcheries privados. Esto genera varias consecuencias:

  • Desaliento a la inversión privada: Si una entidad estatal ofrece un producto más barato (y con costos operativos subvencionados) en zonas donde también hay proveedores privados, se produce una distorsión que afecta la rentabilidad del negocio.

  • Calidad e innovación: Al no enfrentar la misma presión competitiva, algunos centros estatales pueden no invertir lo suficiente en mejoramiento genético o calidad sanitaria de los alevines.

En cambio, estos centros podrían focalizarse en regiones sin cobertura privada o poblaciones recién iniciadas, dejando el grueso de la oferta al sector privado, ahora mucho más capacitado.

Una salida intermedia: el Estado como facilitador, no competidor

Una propuesta que ha surgido es que el Estado adquiera alevines de hatcheries privados a precio negociado para luego repartirlos o venderlos subsidiados en zonas con muy poca oferta. De esa forma se apoya al productor privado que aseguran una venta mínima para mantener una estabilidad económica ademas que se distorsiona que sea el mismo estado el que compita con los privados.

Paralelamente, el Estado podría asumir un rol más estratégico, enfocándose en la regularización y fiscalización por ofrecer semillas de calidad en el mercado, asistencias técnicas para orientar al acuicultor en manejo de peces o en investigación e innovación para fomentar la mejor continua con nuevas especies, nuevos mercados, etc.

Reflexión final

El objetivo de cualquier política de donación o venta estatal de alevines debería ser transitorio: crear las condiciones para que, a futuro, el mismo mercado, reforzado por piscicultores formados y proveedores eficientes, pueda funcionar con cierta autonomía. Mientras la donación anual o la venta a precios subsidiados se perpetúe sin un plan de salida, se genera competencia desleal y se crea un círculo vicioso de dependencia.

La seguridad alimentaria, la inclusión de comunidades vulnerables y la promoción de la piscicultura pueden coexistir con un mercado privado dinámico, siempre y cuando haya un foco estratégico:

- Invertir en capacitación y acompañamiento,

- Reforzar el rol regulador y no de productor,

- Ubicar el apoyo del Estado en puntos críticos (infraestructura, innovación, fiscalización),

- Y, sobre todo, promover una cultura donde el piscicultor asuma su actividad como un negocio y no como un “regalo” que llega sin esfuerzo cada año.

La clave está en la palabra “equilibrio”. Sin ella, la piscicultura quedará atrapada en la discusión eterna entre apoyo estatal y desarrollo empresarial, sin alcanzar su verdadero potencial como actividad rentable, sostenible y capaz de llevar proteína de alta calidad a las mesas de quienes más lo necesitan.

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